Centro para el Estudio de
los Fibromas Uterinos

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Sobre Fibromas

  1. Anatomía básica y fisiología del útero
  2. Qué son los fibromas?
  3. Cómo puedo saber si tengo fibromas?
  4. Tratamiento quirúrgico para los fibromas
  5. Tratamiento médico para los fibromas
  6. Teorías para la formación de los fibromas
  7. Enfermedades Parecidas a los Fibromas: La Adenomiosis
  8. Healthfinder en español

1. Anatomía básica y fisiología del útero

El útero humano es un órgano en forma de pera integrado por dos regiones anatómicas distintas: el cervix y el cuerpo. El cuerpo se divide adicionalmente en un segmento uterino inferior y en el fundus. El cervix es un pasaje cilíndrico estrecho que se conecta en su extremo más inferior con la vagina. En su extremo superior, el cervix se ensancha para formar el segmento uterino inferior (el isthmo); el segmento uterino inferior se ensancha en el llamado fondo uterino. El corpus es el cuerpo del útero que crece durante embarazo para llevar el feto. Las trompas de falopio (oviductos) se extienden en la parte superior del utero a cada lado del mismo; estos tubos son continuos con la cavidad uterina y permiten el pasaje de un óvulo (huevo) de los ovarios al útero donde el huevo puede implantarse si está fertilizado.

La pared gruesa del útero esta formada de tres capas: endometrio, miometrio, y serosa. El endometrio (mucosa uterina) es la capa más interna que cubre internamente la cavidad del utero. A través del ciclo menstrual, el endometrio crece progresivamente haciendose más grueso con una fuente rica de irrigación sanguínea para preparar el útero para la implante potencial de un embrión. Si no hay implante, una porción de esta capa es eliminada durante la menstruación. El miometrio es la capa media y más gruesa del útero y está compuesto de músculo liso (involuntario). El miometrio se contrae durante la menstruación para ayudar a expeler la capa endometrial desprendida y durante el parto para propulsar el feto del útero. La capa exterior, o la serosa, es una capa fibrosa fina, contigua con las estructuras extrauterinas del tejido conectivo tales como ligamentos que dan soporte mecánico al útero dentro de la cavidad pélvica.

El tamaño uterino de una mujer no embarazada varía con edad y el número de embarazos, pero mide aproximadamente tres pulgadas y media de largo y pesa cerca de un sexto de libra.

References:

  1. Cotran, RS, Kumar, V, and Robbins, SL. Robbins Pathologic Basis of Disease, Fifth Edition. W.B. Saunders Company, 1994.

  2. Netter, FH. Atlas of Human Anatomy, Sixth Edition. CIBA-GEIGY Corporation, 1993.

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2. Qué son los fibromas

Los leiomiomas uterinos, conocidos comúnmente como fibromas, son tumores no-cancerosos bien circunscritos, que se presentan en el miometrio (capa de músculo liso) del útero. Además del músculo liso, los leiomiomas también se componen de la matriz extracelular (es decir, colágeno, proteoglican, fibronectina). Otros nombres para estos tumores incluyen fibromiomas, fibromas, miofibromas, y miomas.

El leiomioma es el tumor pélvico sólido más común de las mujeres, causando síntomas en aproximadamente el 25% de las mujeres en edad reproductiva. Pero un exámen patologico cuidadoso del útero revela leiomiomas en más del 80% porque los leiomiomas pueden estar presentes pero no son sintomáticos en muchas mujeres. El útero afectado en promedio tiene seis a siete fibromas.

Los leiomiomas se detectan en las mujeres en sus 30 y 40 años y se reducen de tamaño generalmente después de menopausia en ausencia de terapia de reemplazo de estrógenos en la post-menopausia. Son dos a cinco veces más frecuentes en las mujeres negras que en las mujeres blancas. El riesgo de desarrollar leiomiomas es también más alto en mujeres que son pesadas para su altura y es más bajo en mujeres que son fumadores y en mujeres que han dado a luz. Aunque el nivel alto de estrógeno en las píldoras anticonceptivas orales ha conducido a algunos médicos a aconsejar a mujeres con leiomiomas evitar usarlos, hay buena evidencia epidemiológica de que el uso anticonceptivo oral disminuye el riesgo de leiomiomas.

Los leiomiomas se clasifican por su localización en el útero. Los leiomiomas subserosos están situados debajo de la serosa uterina y pueden ser pedunculados (adosados al cuerpo del utero por un tallo estrecho) o sésiles (de base ancha). Los leiomiomas intramurales se encuentran predominantemente dentro del grosor del miometrio pero pueden distorcionar la cavidad uterina o causar un contorno uterino externo irregular. Los leiomiomas submucosos están situados debajo de la mucosa uterina (endometrio) y, como los leiomiomas subserosos, pueden ser tanto pedunculados o sésiles. La mayoría (95%) de todos los leiomiomas tienen localizaciones subserosas o intramurales; los leiomiomas submucosos constituyen el 5% restante.

Aunque los médicos utilizan extensamente este esquema de clasificación, tiene la limitación de que son pocos los leiomiomas que son realmente de tipo "puro." La mayoría de los leiomiomas tienen más de una localización anatómica y, por lo tanto, son híbridos (por ejemplo, un leiomioma predominantemente intramural con un componente submucoso). Otros tipos de leiomiomas incluyen los miomas "parasitos," que reciben su fuente de sangre de estructuras diferentes del útero (por ejemplo, el epiplón), y los miomas tipo semilla, que tienen un diámetro inferior o igual a cuatro milímetros.

La transformación de los leiomiomas uterinos (benignos) en leiomiosarcomas uterinos (tumores malignos del músculo liso del útero) es extremadamente inusual, y, de hecho, muchos investigadores y clínicos creen que nunca ocurre este tipo de transformación. Sin embargo, sin la examinación patológica del útero, no es posible determinar si es el caso. Los leiomiosarcomas uterinos se encuentran en aproximadamente el 0.1% de las mujeres con leiomiomas y se ha reportado que están frecuentemente asociados con fibromas grandes o que crecen rápidamente. Por lo tanto, en mujeres con estos tipos de tumores se puede considerar una intervención quirúrgica para descartar el leiomiosarcoma, una lesión poco común pero médicamente importante.

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3. Cómo puedo saber si tengo fibromas

Investigación indica que entre el 20% y el 50% de las mujeres tiene síntomas relacionados a fibromas. Los dos síntomas más comunes de los fibromas (también llamados leiomiomas) son sangrado uterino anormal y opresión pélvica.

La anormalidad más común de sangrado es menorragia (sangrado uterino prolongado y/o profuso, también llamado hipermenorrea). Los períodos menstruales normales duran típicamente cuatro a cinco días, mientras que las mujeres con fibromas tienen a menudo períodos que duran más de siete días. Las mujeres con fibromas también pueden tener sangrado profuso, pueden necesitar cambiarse las toallas sanitarias con más frecuencia (quizás cada hora) o dudar en realizar sus actividades normales por el miedo a una situación embarazosa por el sangrado que presentan. El sangrado entre los períodos usualmente no se asocia a los fibromas y debe ser siempre investigado por un médico. Aunque el sangrado anormal puede ocurrir con cualquiera de las tres clases de fibromas, las mujeres con los fibromas submucosos parecen particularmente propensas a esta complicación.

La sensación de presión pélvica es resultado de un aumento en el tamaño del útero o de un fibroma en particular. La mayoría de las mujeres con leiomiomas tienen un útero agrandado; de hecho, los médicos describen el tamaño de un útero confibromas como un útero de una mujer embarazada, por ejemplo, un útero con fibromas como uno de 12 semanas de embarazo. No es inusual para un útero con leiomiomas alcanzar la talla de un utero con embarazo de cuatro a cinco meses. Además de sensaciones vagas de presión porque un útero fibromatoso generalmente tiene una forma irregular (teniendo muchas zonas sobresalientes), las mujeres pueden experimentar una sensación de presión en las estructuras pélvicas adyacentes incluyendo el intestino y/o la vejiga. La presión en estas estructuras puede dificultar los movimientos del intestino y producir estreñimiento o frecuencia e incontinencia urinaria. Inusualmente, los fibromas pueden presionar los uréteres (que llevan la orina de los riñones a la vejiga) pudiendo conducir a disfunción renal.

Los leiomiomas también se asocian a un espectro de disfunción reproductiva incluyendo aborto recurrente, infertilidad, trabajo de parto prematuro, malpresentationes fetales, y complicaciones del trabajo de parto. Aunque existen pocos estudios sobre la disfunción reproductiva vinculada a los fibromas, la perspectiva clínica que prevalece es que estas complicaciones se presentan más a menudo cuando los fibromas se tuercen físicamente en la cavidad uterina. Por lo tanto, las mujeres con fibromas grandes o sintomáticos pueden elegir realizarse una evaluación de la cavidad uterina (por ejemplo por histerosalpingografía o por histeroscopía, ver abajo), antes de intentar embarazarse. Si los fibromas que se detectan en el interior del útero (llamados fibromas submucosos), se tuercen, distorsionando la mucosa uterina, son una causa significativa de problemas reproductivos y deben ser extirpados. Es menos claro si los fibromas en la pared del útero causan problemas reproductivos. Generalmente, si el útero es pequeño, los fibromas no necesitan ser extirpados en mujeres que comtemplan o desean embarazarse.

El diagnóstico de los leiomiomas generalmente es determinado fácilmente por la examinación pélvica bimanual. Durante este examen rutinario, el médico evalúa el tamaño y la forma del útero y de las estructuras pélvicas que lo rodean introduciendo dos dedos de una mano en la vagina mientras palpa el abdomen del paciente sobre el hueso del pubis con la otra mano. Durante este examen, un útero con fibromas se siente agrandado e irregular y a menudo puede sentirse en el abdomen por encima del hueso del pubis. En contraste, un útero sin embarazo y sin fibromas no es palpable por encima del hueso del pubis.

Además, los estudios de imagen como por ejemplo la ultrasonografía, MRI (imágenes de la resonancia magnética), y CT (tomografía computarizada) pueden ser útiles en confirmar el diagnóstico. Actualmente, la ultrasonografía es el método más común para confirmar el diagnóstico de leiomiomas, pero MRI puede ser el método más útil porque puede distinguir a menudo leiomiomas de otras lesiones intramurales.

En los pacientes que experimentan menorragia (flujo menstrual profuso y/o prolongado) o pérdidas recurrentes en su embarazo, la evaluación de la cavidad uterina es importante porque la presencia de un fibroma submucoso puede escapar a un ultrasonido tradicional. Hysterosalpingografía, sonohisterografía, y lahisteroscopía pueden proveer esta información y le ayudaran a un diagnóstico más definitivo de los fibromas. Procedimientos más invasivos tales como laparoscopía pueden también ayudar a alcanzar un diagnóstico definitivo.

La histerosalpingografia y la sonohisterografía utilizan Rayos X y ultrasonido, respectivamente, para visualizar la cavidad uterina después de que un tinte específico se inyecta en el útero. La histeroscopía permite la visualización directa de la cavidad uterina al introducir una cámara fotográfica pequeña en el extremo de un tubo largo (hysteroscopio) directamente en el útero a través de la vagina y del cervix. La laparoscopía, por otra parte, permite la visualización directa del exterior del útero y de las estructuras pélvicas circundantes introduciendo una cámara fotográfica pequeña en el extremo de un tubo (laparoscopio) directamente en la cavidad abdominal.

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4. Tratamiento quirúrgico para los fibromas

En general, los fibromas solamente necesitan ser tratados si están causando síntomas. El tratamiento primario para los pacientes con fibromas grandes o sintomáticos es la cirugía. La histerectomía (retiro quirúrgico del útero) es la técnica operativa más frecuentemente usada para tratar este problema. Los fibromas son responsables de aproximadamente un tercio de histerectomías (o cerca de 200,000 procedimientos) anualmente en los Estados Unidos.

Hay diferentes tipos de histerectomías incluyendo histerectomía abdominal, histerectomía vaginal, histerectomía supracervical, e histerectomía vaginal asistida laparoscopicamente. El tipo de histerectomía elegido depende del tamaño del útero, del historial médico de la mujer, y de las habilidades de su cirujano. La ventaja de la histerectomía en el tratamiento de leiomiomas es que proporciona a una " curación verdadera " para los fibromas, pero es solamente una opción para las mujeres que no planean embarazos futuros.

Cuando las mujeres desean preservar su capacidad reproductiva, se puede realizar una miomectomía. A diferencia de la histerectomía en la cual se quita el útero entero, la miomectomía es un procedimiento quirúrgico en el cual se quita el fibroma (o fibromas) individualmente. Aproximadamente 18,000 miomectomías se realizan anualmente en los Estados Unidos. La mayoría de las miomectomías se realizan a través de una incisión abdominal, aunque ciertos fibromas submucosos se pueden retirar a través de la vagina sin una incisión abdominal durante un procedimiento llamado miomectomía histeroscopica en el cual se utiliza un instrumento especial llamado histeroscopio. Esta técnica es sobre todo útil para las mujeres con sangrado o problemas relacionados al embarazo pues hay generalmente pequeños cambios en el tamaño del útero con esta técnica. Ciertos fibromas subserosos se pueden retirar abdominalmente durante un procedimiento llamado miomectomia laparoscopica en el que se utiliza un instrumento diferente llamado laparoscopio. En el general, la miomectomía disminuye la menorragia (flujo menstrual profuso y/o prolongado ) en el 80% de los pacientes que se presentan con este síntoma. Desafortunadamente, hay un riesgo significativo de recurrencia de fibromas después de una miomectomía; en algunos estudios hasta un 10% de las mujeres que experimentaron un miomectomía inicial requeriran un segundo procedimiento operativo. Además, de un cuarto a la mitad de las mujeres que experimentaron miomectomías tuvieron evidencia por ultrasonido de la recurrencia de sus fibromas en el plazo de uno a diez años.

Hay también varias técnicas innovadoras que estan siendo estudiadas como posibles tratamientos quirúrgicos para el sangrado relacionado a los fibromas. La Miolisis involucra transmitir corriente eléctrica a través de agujas a un fibroma en el momento de la laparoscopía . La Criomiolisis involucra el uso de una punta que congela con resultados similares. La embolization de la arteria uterina es un alternativa radiológica a la cirugía que involucra la colocación de un catéter en una arteria en la pierna y dirigir el catéter utilizando imágenes radiográficas a las arterias del útero. Una vez allí, el catéter se utiliza para administrar agentes que bloquean estos vasos sanguíneos importantes. Mientras que todos estos tratamientos pueden ser eficaces para los fibromas, comparados a las opciones más tradicionales, el número de los pacientes tratados por estos métodos ha sido pequeño, el seguimiento relativamente de corto plazo, y no se ha demostrado que estos procedimientos son seguros en mujeres que desean quedar embarazadas.

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5. Tratamiento médico para los fibromas

Ciertas medicinas pueden ayudar a controlar los síntomas relacionados a los fibromas. Los medicamentos más eficaces para el tratamiento de fibromas son los agonistas de la Hormona Liberadora de gonadotropina(GnRH) (incluyendo Lupron, Synarel, Zoladex). Los agonistas de GnRH inducen un estado de estrógeno-bajo (parecido al de la menopausia). Debido a que los fibromas son dependientes del estrógeno para su desarrollo y crecimiento, la inducción de un estado bajo de estrógeno causa la reducción de la masa del tumor y del útero, aliviando los síntomas de la presión ejercida por estos (específicamente, se ha demostrado que el volumen uterino disminuye aproximadamente en 50% después de tres meses de la terapia agonista de GnRH.) Además de disminuir el tamaño del útero, el tratamiento con los agonistas de GnRH también detiene el flujo menstrual (amenorrea), permitiendo que las mujeres con anemia inducida por el sangrado, tengan aumentos visibles en sus dépositos de hierro. Desafortunadamente, la interrupción del tratamiento con el agonista de GnRH es seguida por un nuevo crecimiento rápido de los fibromas y del útero al volumen del pre-tratamiento. Además, debido a que el hueso también requiere de estrógeno, el uso a largo plazo de los agonistas de GnRH puede disminuir perceptiblemente la densidad del hueso y puede conducir a pérdida ósea u osteoporosis. Actualmente, por lo tanto, el uso de los agonistas de GnRH se limita generalmente a un curso preoperativo corto de uno a tres meses para contraer el útero y facilitar un procedimiento quirúrgico o para inducir a una amenorrea que mejore la condición hematológica antes de cirugía.

La combinación de los agonistas de GnRH y las dosis bajas de las hormonas esteroideas estrógeno y progesterona (es decir, los regímenes de "reemplazo ") se ha empleado en algunos ensayos clínicos en un intento por prolongar con seguridad la duración máxima de la terapia con los agonistas de GnRH sin sacrificar su eficacia. Estos regímenes se han estudiado para su uso de hasta dos años. Datos preliminares sugieren que éstos pueden ser seguros y eficaces si la dosis de la hormona es baja (equivalente a las dosis de reemplazo en la menopausia contra píldoras para el control de la natalidad en dosis altas) y si el agonista de la GnRH se da primero, permitiendo que el útero se contraiga antes de que se administren las hormonas. Este acercamiento parece mantener la reducción del utero y/o controlar el sangrado uterino mientras que ayuda a mantener otros tejidos tales como el hueso y reducir al mínimo los efectos secundarios tales como bochornos que acompañan a los niveles bajos de estrógeno inducidos por la terapia de los agonistas de la GnRH.

Varias opciones innovadoras están bajo investigación como posibles tratamientos médicos futuros para los leiomiomas uterinos. Varios estudios pequeños han analizado el uso de los antagonistas de GnRH en leiomiomas. La ventaja principal de los antagonistas sobre los agonistas de la GnRH más extensamente usados es que los antagonistas comienzan a actuar más rápidamente. Sin embargo para la terapia a largo plazo, los antagonistas parecen no tener ninguna ventaja.El antagonista de la progesterona ,el mifepristone (RU 486), también ha demostrado en estudios pequeños inducir la reducción uterina y detener la menstruación en mujeres con fibromas. Estudios del medicamento antifibrótico, pirfenidone, están también en el proceso de determinar si este agente es útil en el tratamiento de los fibromas.

Otras terapias médicas incluyendo los agentes androgénicos (por ejemplo, danazol, gestrinone), las progestinas (por ejemplo, acetato del medroxiprogesterona, acetato de depomedroxiprogesterona, noretindrone), y las píldoras anticonceptivas orales también han sido utilizadas para controlar la menorragia (flujo menstrual prolongado y/o profuso) en mujeres con leiomiomas, probablemente disminuyendo el endometrio (atrofia endometrial). Sin embargo, estos medicamentos no reducen consistentemente el tamaño del útero o el volumen del fibroma y son a menudo ineficaces para controlar la menorragia.

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6. Teorías para la formación de los fibromas

A pesar del impacto importante de los leiomiomas en salud pública, poco se sabe sobre la causa que los origina. Hasta hace poco tiempo, las hormonas esteroideas, el estrógeno y progesterona, eran consideradas las reguladoras más importantes del crecimiento del leiomioma. Hay evidencia abundante de que el estrógeno promueve el crecimiento del fibroma, incluyendo observaciones clínicas que muestran que los fibromas crecen en presencia de altos niveles de estrógeno, por ejemplo durante los años reproductivos, y que su tamaño se reduce en presencia de niveles bajos de estrógeno, tal como ocurre después de la menopausia o durante la terapia con mujeres que fueron tratadas con la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH). Además, los fibromas tienen altas concentraciones de estrógeno, tienen más receptores de estrógeno, y convierten el estradiol (una forma más activa de estrógeno) a estrona (una forma menos activa de estrógeno) más lentamente que el miometrio normal.

La progesterona también se piensa que desempeña un rol en el crecimiento del fibroma. Más específicamente, los estudios clínicos sugieren que la progesterona facilita el crecimiento de fibromas. Por ejemplo, el tamaño del fibroma aumenta durante el tratamiento con progesteronas sintéticas. La terapia combinada del agonista de la GnRH y de la progesterona ha demostrado no tener ningún efecto en el volumen uterino, en contraste a la terapia del agonista de GnRH la cual ha demostrado reducir el volumen uterino. La observación de que los fibromas regresionan con el agente antiprogesterona, RU-486, apoya el papel de la progesterona como promotor del crecimiento del fibroma. Histológicamente, los fibromas de los pacientes tratados con progesterona muestran más crecimiento celular que aquellos de pacientes sin terapia con progesterona. Bioquímicamente los fibromas tienen concentraciones más altas del receptor de la progesterona que las del miometrio normal. Juntos, estos datos sugieren que la progesterona también incrementa el crecimiento del fibroma.

Otras hormonas tales como la hormona del crecimiento (GH) y la prolactina (PRL) también se piensan que promueven el crecimiento del fibroma, pero su papel está aún menos definido.

Más recientemente se ha mostrado que los factores de crecimiento, que son proteínas pequeñas que afectan el crecimiento célular median los efectos del estrogeno que promueven el crecimiento y desempeñan un papel importante en el desarrollo de los fibromas. Los factores potencialmente importantes en el crecimiento del fibroma incluyen el factor transformante-beta de crecimiento, factor de crecimiento básico del fibroblasto, factor de crecimiento epidérmico, factor de crecimiento parecido a la insulina, y factor de crecimiento derivado de plaquetas.

Todos, el estrógeno, la progesterona, y los factores del crecimiento promueven probablemente el crecimiento del tumor, pero solamente después del inicio de la formación del tumor. Este acontecimiento inicial sigue siendo desconocido, aunque la evidencia reciente sugiere que hay un fuerte componente hereditario al desarrollo de los fibromas. La evidencia indirecta para esta hipótesis es como sigue. Primero, los fibromas son por lo menos dos veces más comunes en las mujeres negras que en las mujeres blancas. Aunque las diferencias raciales en status socioeconómico y en acceso al cuidado médico, así como las diferencias raciales son factores de riesgo conocidos para los fibromas, pueden contribuir a este hallazgo, dos estudios recientes sugieren que estos factores no explican en su totalidad esta discrepancia. En segundo lugar, otro estudio encontró una predisposición genética para la histerectomía según lo indicado por una correlación dos veces más alta para la histerectomía en gemelos idénticos contra gemelos fraternos. En tercer lugar, existe una forma hereditaria rara de fibromas uterinos en asociación con los fibromas de la piel llamada el síndrome de Reed's. Finalmente, estudios recientes en Rusia sugieren que las mujeres con antecedentes familiares de fibromas son dos veces más propensas a desarrollar fibromas que mujeres sin antecedentes familiares. Desafortunadamente, pocos estudios científicos examinan directamente el componente genético del desarrollo del fibroma.

Recientemente, los investigadores en el centro para Fibromas Uterinos han identificado mutaciones en dos genes, HMGI(c) y HMGI(y), que parecen ser importantes en el desarrollo de algunos fibromas. (Para más información sobre la genética de fibromas, vea los artículos publicados para estos genes en la página de " publicaciones ".) Normalmente, estos genes codifican para las proteínas que ayudan al control del crecimiento celular indirectamente regulando la transcripción del DNA.

Sin embargo, las mutaciones en estos genes son probablemente cambios secundarios en células genéticamente susceptibles. Por lo tanto, es probable que existan otros genes cruciales para el desarrollo de los fibromas que todavía no se han identificado. Al respecto, el personal en el Centro de Fibromas Uterinos está estudiando familias con por lo menos un par de hermanas afectadas por los fibromas para buscar el gen (o los genes) que predisponen a las mujeres al desarrollo de fibromas. Para información sobre este estudio, incluyendo la participación, vea por favor, " Encontrando genes para los fibromas(Finding genes for fibroids)" en la página de los " estudios actuales ".

En última instancia, conocer las hormonas, los factores del crecimiento, y los genes implicados en la formación y el crecimiento de fibromas pueden conducir a opciones innovadoras, menos invasoras de tratamiento.

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7. Enfermedades Parecidas a los Fibromas: La Adenomiosis

Definición, prevalencia, y causa

La Adenomiosis es una enfermedad benigna del útero en la cual componentes normalmente limitados al endometrio (la capa interna más delgada del útero) son encontrados en el miometrio (la capa muscular media del útero). La prevalencia exacta de adenomiosis no es conocida porque el diagnóstico puede ser hecho sólo por examen microscópico de muestras uterinas obtenidas durante una cirugía, o menos frequente cuando se efectúa una biopsia de endometrio por otra causa. Algunos estudios consideran que el 20% de las mujeres tienen adenomiosis, sin embargo por medio de un análisis microscópico cuidadoso de múltiples muestras de miometrio de un mismo individuo, incrementa la prevalencia hasta en un 65%.

La causa de adenomiosis es también desconocida. La teoría mas aceptada acerca del desarrollo de adenomiosis propone que la barrera entre el endometrio y el miometrio se encuentra alterada, la cual normalmente previene invasión de las glándulas endometriales y el estroma hacia el miometrio, esta alteración permite que ocurra invasión hacia el miometrio. Se piensa que este proceso solo ocurre bajo la presencia de estrógenos, sin embargo, existe muy poca evidencia científica que apoye esta hipótesis.

La adenomiosis es más frecuente entre los 40 y 50 anos, y se asocia con historia de embarazos previos ya que el 80% de mujeres con esta enfermedad han tenido hijos antes. Sin embargo, la incidencia de adenomiosis no se correlaciona con el incremento en el número de embarazos.

La adenomiosis es también asociada con otros trastornos uterinos. Mas del 80% de las mujeres con adenomiosis tienen otro proceso patológico asociado en el útero; 50% de las pacientes tienen fibromas (tumores benignos del músculo liso del útero), 11% tienen endometriosis (tejido endometrial afuera del útero, mas común en los ovarios), y 7% tienen pólipos endometriales (sobrecrecimiento benigno del tejido endometrial). Los síntomas de estas patologías asociadas a menudo obscurecen el diagnostico de adenomiosis.

Síntomas y diagnóstico

Un útero típico con adenomiosis es blando y aumentado de tamaño en forma uniforme. Aproximadamente el 80% de úteros con adenomiosis pesan más de 80 gramos (un útero normal pesa alrededor de 50 gramos), pero no es inusual que algunos lleguen a pesar más de 200 gramos.

Los síntomas de adenomiosis incluyen sangrado uterino anormal (aproximadamente en el 60% de las mujeres) y dolor pélvico.

El sangrado uterino anormal se puede manifestar ya sea como hipermenorrea (sangrado uterino abundante y/o prolongado) o metrorragia (sangrado irregular). Dismenorrea (dolor pélvico durante la menstruación) es el segundo síntoma más común en pacientes con adenomiosis, ocurriendo en el 25% de los casos.

Una revisión de la literatura demuestra que solo en el 15% de los casos de adenomiosis el diagnóstico fué correcto antes de la cirugía. Hay dos motivos por las cuales el porcentaje de diagnóstico pre-quirúgico es tan pequeño; el primero es que muchas pacientes con adenomiosis son asintomáticas, y no se encuentra presente otra patología uterina asociada que haga al médico estudiar ese útero, y el segundo motivo es debido a que esta enfermedad es a menudo enmascarada por otra patología asociada (ejemplo, leiomiomas, endometriosis).

Dilatación y curetaje no son de ayuda para efectuar el diagnostico. (En este procedimiento, el cérvix es dilatado gradualmente para posteriormente remover una porción pequeña de epitelio uterino dañado y observarlo ante el microscopio que es lo que llamamos biopsia). La ecografía pélvica puede ser sugestiva pero no es definitiva en proporcionar el diagnóstico. La utilidad de otros estudios imagenológicos tales como el uso de resonancia magnética nuclear (RMN) es actualmente indeterminada.

Tratamiento

Las áreas de adenomiosis no se pueden extraer por medio de cirugía local. Por lo que el único tratamiento definitivo es la histerectomía total (extracción quirúrgica de todo el útero).

El tratamiento hormonal como el uso de hormonas esteroideas sintéticas como los progestágenos no son útiles y pueden incrementar el nivel de dolor pélvico en algunas pacientes. Agonistas de la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH) han sido usados en algunos casos, resultando en una disminución importante del tamaño uterino, provocan amenorrea (ausencia de menstruaciones), y también pueden interferir en la fertilidad de la mujer.

Desafortunadamente, los síntomas de la adenomiosis pueden recurrir ya que hay un re-crecimiento del tejido anormal y la recurrencia es usualmente documentada en los primeros 6 meses después de haber suspendido la terapia.

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